sábado, 16 de octubre de 2010

SONETO N°129

La vida sería más
fácil si estuvieras aquí.
Ignoro tu dulce poder, el cual,
sólo me dejas oler.

Esas persianas que ví
formaron una brecha
entreabierta que no me
permite contemplar en totalidad
la belleza que desprende tu mirar.
Aferrándome a las delgadas líneas
de sombras titubeantes trato de
descifrar esas sonrisas cambiantes.

El sol se eleva mientras
esas manos, suspiros de plata
arrancaban.
Tus labios cantaban al son
de las cuerdas que tus cabellos
formaban;
Las armonías me trastocaban.

Uno tras otro los suspiros
rozan el piso cada vez que
te miro.

Movimientos suaves se
aferran a tus manos;
Agua por una palma corre
como si se llevara todo lo que
aquella no tomó, se pierde en
el aire, el concreto la absorbe.

La vista se vuelve lenta y,
pacientemente, observa como
conviertes aquel despegue en
arte.

La costumbre no es capaz
de alcanzarte antes que termine
la clase;
Supongo que es hora de marcharse.
¿Cómo no idealizarte?

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