Una espada se
clava en mi estómago
y no me deja respirar
con tranquilidad el aire
que por mis narices quiere entrar.
El cuarto está teñido de
todos los colores existentes;
Una música de acordes tristes
empieza a sonar.
Si escucho más, voy a llorar.
Mis oídos no pude tapar y los
sonidos comenzaron a penetrar
mi lugar de una manera que jamás
pude imaginar.
Las lágrimas comenzaron a rodar.
La música continuaba sonando
y aquel dolor abdominal
seguía aumentando.
La noche iba avanzando.
El sol ha salido y sus rayos
destapan ojerosos espacios.
De rojo se tiñen mis llantos,
su color me cura de espanto.
Es hora de pararse y no hay
excusa para escaparse de las aguas
que vuelven a activarme.
Hoy no quiero ver.
Hoy no quiero ser.
¿Qué más tengo que hacer?
1 comentario:
weeeena, se nota q tienes talento para escribir, sigue asi y en vola te haces famoso ajaja. Bien escrito.
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