La música sonaba,
los tacos golpeabas
y tu voz se elevaba
ante todas las paisanas.
Las olas que emanan de
tu vestido emboban a
todo aquel que te ve
agitar ese trazo con
un sólo chasquido.
Alguien te extendió
su mano para que leyeras
el hecho que está por venir
y que a éste ser le cuesta tanto
conseguir.
Entonces...cuando la suerte
ya está echada y la vida
te mueve una pestaña,
tu oración se volvió extraña.
Un par de vueltas y te escondes
bajo esas ruletas que inventas.
Me has dicho tierno.
Me has dicho divertido.
¿Qué más necesito para que nos
tomemos un cafecillo?
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