Golpeó la puerta del baño sabiendo que el eco sería su única respuesta.
Después de una larga siesta
suena nada más que la ropa
cayendo en la cesta.
¿A dónde fue a parar el fervor que defendías con tanta pasión?
¿Se quedó contigo en prisión?
Al otro lado de la ventana una flor crecía mirando al sol; Una visión que se desvaneció cuando el atardecer se anunció.
La sonrisa de tu rostro se ve solo en un inventado reflejo.
Te golpeas una y otra vez contra la muralla.
Tu voluntad ha ido más allá de la derrota, ahora brinda su propia batalla y tu mente ya casi estalla.
Ese avasallante sentido que hace que lo utópico se vuelva el alimento que te impidió haber desistido.
La lámpara es la única luz de esperanza en el cuarto, pero te aferraste a ella como si fuera el sol.
Es hora de la siesta y antes de recostarte golpeaste la puerta del baño sabiendo que el eco sería tu única respuesta.
Un eco que fue diferente.
Un eco...no tan ausente.
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