Ahora veo todo;
La aves bailan,
los pinos callan.
Es distinto a como imaginaba.
Ha quedado a la luz ese intenso
deseo de respirar y aguantar.
No sabe cuánto esperar.
La brisa salió a trotar y, con ella,
los niños han de jugar.
Pasan uno tras otro, sonríen sin parar.
Todavía hay algo que no deben captar.
Los vidrios molestan un poco,
es aquella costumbre de no ver ni un coco.
Las hojas son verdes,
al igual que aquel auto blanco
de en frente.
No he de ser inconsecuente, un daltónico
ve la mierda de mil colores diferentes.
Una trizadura se clava en el lente;
he visto la falla saliente;
habían diez mil coma tres mundos emergentes.
Me quedo ciego de tanto ver,
jamás me los volveré a poner.
¿Para qué los creé?
Ni siquiera puedo leer.
Basta ya de entorpecer.
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