viernes, 30 de abril de 2010

ENTUMECIDO

En los días saboreo una
extraña sensación de mareo;
La vista observa el horizonte
movedizo mientras el bolígrafo
deja caer suaves lágrimas de tinta.

El corazón pasa horas descifrando
aquellos escritos fortuitos; más alto voy,
más siento como el hielo obra sobre mi pecho.
Los recuerdos congelan mi presente y mi alma
clama por un ser ausente, envenenas mi mente.

Mis manos están tiritando y ese pulso
se está acabando. Estoy temblando.
No soy.
No voy.
Eternas nevazones.
Las letras son cada vez más confusas,
la fría oscuridad toma el control de un cuerpo
que ya no siente; ni miente.

Elevo un suspiro rogando al cielo por una luz
que abra mis ojos.
Antes de caer, elevé un último suspiro rogando
al cielo por una voz que pueda escuchar dentro
de esta sordera.

Mi mundo se hace pequeño y el bolígrafo que
antaño lloró, por fin en silencio quedó.
Ya no hay más...

El corazón dejó de latir y, en él,
el frío dejó de existir.
El sol alumbró el otro lado del mundo.

La vida fue fría.
La vida estuvo ausente; ahora puedo
decir que aquella luz por la que clamé
tan fuertemente, de algún modo, está presente.

No hay comentarios: