LA COCINERA
Entonces mastiqué lo que pretendió
ser un dulce.
Más masticaba, más lágrimas brotaban.
Fue penoso el momento en que comencé
a saborear los ingredientes.
La masa, quizo ser descuartizada por la rabia que
había en sus esqueléticas manos.
Al vaciar el combinado en los respectivos moldes, pareció
expulsar de su alma toda esa rabia, esa jugarreta que le
había hecho el destino; fue, simplemente, un intento de
dominar algo tan profundo e inexplicable, que cayó a sus
pies sin más remedio que cocinar.
Al mezclar el combinado con el chocolate mis ojos perciben
ese sacudir como si los fuese a aturdir.
Para terminar introduce la mezcla final en el horno y al prenderlo
se puede pispar un pedazo de infierno, de rechinar de dientes.
Y como esta escritura no tiene un final, aquí lo dejo...Abierto.
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