Los truenos retumban
en el espacio;
El ruido escucha despacio.
Nadie entendió la inundación,
nadie entró en acción,
la vida de un hombre directo
a la perdición.
Las olas que aparecieron en el
firmamento; Se tiñeron con
la luz de cabellos amarillentos.
Una a una estallan;
Las rocas callan y un temporal
se desata en los espejos que una
vez tuvieron reflejos.
El remolino se materializó en unos
ojos internamente rojos.
Y todo gira;
Y todo se disipa.
Aquella voz que hizo temblar
al espacio, endulzó los movimientos
de la espuma que se formó a la
luz de la luna.
Hay una voz que calla,
hay una voz que escucha,
hay veces que saluda.
El sol asomó sus brazos,
escucha atento lo que hay,
lo que no, lo que debería.
Ha creado un nuevo reflejo
para ése espejo.
Nada que decir,
todo ha quedado grabado;
El sol se ha guardado.
Tomaron esa obsesión con
la pasión de una tormenta
que tomó un amor como
su más preciada posesión.
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