Estuche arriba;
Lapicera escrita.
Un día de sol encandila los
objetos que por sombra se oxidan.
Pasan las horas con naranjas que
dormitan y los brazos que sujetan
los objetos que tiene éste día, se desorbitan.
Fuera del espacio he visto nuevamente a
Gervasio.
Flota el ermitaño;
Vaga como moscas en
el azno y aquellos paños que cubrían
sus años se extendieron al son de las
grandes manos.
Alguien le robó el fuego que lo hacía
estar sano.
Su vida se esfumó en el siglo pasado
buscando la llave que aliviara ese
sueño tan pesado.
En el hoy inventado
desorbita cansado con la esperanza
de encontrar su sueño frustrado.
Un ave cacarea en el desván
presagiando que sus penas pasarán.
El barbudo ha sonreído y,
con desenfreno, grita que sus lágrimas
no han concluido.
El plumífero al horno se va por las
mentiras que mi amigo no quiere
escuchar.
La vida del pájaro
ardía con unas llamas
que a Gervasio atraían.
Lo vió incendiarse.
Lo vió volarse.
Éste es el fuego que
hace años vió apagarse.
Cantando rimbombante
decidió desnudarse para
no volver a quemarse.
El hombre ha vuelto a encontrarse.
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