La lluvia caía desde las estrellas,
El monstruo gritaba cual centella.
Es la sensación repelente que causó en el espejo
Que lo botó al suelo,
que lo convirtió en lo que es.
Dalila le cortó la fuerza, pero sin mucha destreza.
No acabó de noche como con el cabello de aquel.
Una palabra.
Una mentira.
Una potente estocada a la luz de la mañana.
A medida que la vida avanza, Dalila se multiplica.
Sentado bajo su reflejo.
El monstruo una y otra vez suplica.
El ruido que exhaló el alma,
Ese que despeja las dudas de la calma,
Se alimenta, crece, se multiplica cual Dalila en la mentira.
A medida que corre el día, él imagina.
A veces, en aquel pasillo vacío, él la ve.
Prendiéndole fuego como la primera vez.
Friéndose en lo que es.
El camino fue arduo, por fin Monstruo es.