martes, 22 de enero de 2013

X

Bastó un soplido y el alma
que custodiaba se fusionó con el correr del aire,
las hojas caen, desaparecido al instante.

Dentro de la diagonal oscura ojos parpadean.
Miles. Millones.
Ese enfoque preciso que persigue un objetivo,
ese soplido con un sentido se ha vuelto tema para
aquellos individuos.
Se acercan, te encierran.
Luego de muchos giros, turnios fijan al cautivo.

El espacio se hace chico, un revoloteo con destino
atómico se aprecia ante la audiencia.
El suspiro quedó menudo y, como si fuera estrella,
arrasó con esa esquina.

Suspiro que se convierte en espacio, lentamente flotan
las partículas del desorden.
El alma está en expansión, la lógica ya no viene como aluvión.
Un caos natural encuentra la solución.